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Hay días y hay días


A esta entrada del blog le llamo

HAY DÍAS Y HAY DÍAS


Te voy a decir la verdad. Hoy para mí es uno de esos días que bah. Es que así es la vida.


¿A que hay días en los que las cosas se ponen tan cabronas, que lo único que se te antoja hacer es pegar un grito en el cielo? Y después, que el que quiera, te tilde de loca. ¡Qué se joda!


¿Y a que también hay días que es todo lo contrario? Sí, es verdad. Hay días en los que por muy chingona que esté la vida, tú te sientes tan pero tan llena de optimismo, de energía, como de la pendejá esa que hace que te quieras comer al mundo, que ni lo piensas dos veces antes de ponerte los pantis en su sitio para atraparla como lo hice yo con un felino que hace un tiempo le dio por aparecer por casa.


Por aproximadamente dos días, un pequeño felino estuvo merodeando por los alrededores de casa. A mis crías humanas les pareció que él se podía convertir en su nueva mascota. Durante ese tiempo, ellos se mantuvieron ocupados, delineando estrategias para que el gato cayera en alguna de sus trampas a fin de lograr su objetivo. Los vi esforzándose tanto, que no me quedó de otra más que echarles una mano.


Lo primero que se me ocurrió hacer fue comenzar a llamar la atención del animal para ganar su confianza. Dentro de poco, mis esfuerzos dieron resultado; dado a que él entró a la casa por su cuenta para hacernos trillarlo como dementes por toda la cocina. Pero para el condenado eso no fue suficiente.


De la cocina pasó a la sala. A mala hora lo corrimos por la esquina en la que todavía descansaba el árbol de navidad en pleno verano, porque hasta a su punta casi fue a parar. Y nosotros sudando la gota gorda con eso de evitar que el nueve pies repleto de adornos se viniera abajo en cualquier momento.


En medio del corre corre, Maxine, el felino, bajó del árbol por iniciativa propia para llegar esta vez al baño, y por supuesto que hasta allí llegamos. Les pedí a los nenes que se salieran y me dejaran a solas con él para atraparlo. No te voy a mentir, la cosa se salió feamente de control. Como todo buen marido, mi esposo como que se lo olió, y me preguntó: “¿Está todo bien ahí adentro?”. Con tal de hacerme pasar por su superheroína, le contesté que sí.


Al rato, salí del baño esmorusada y toda arañada. ¡Ah, pero con gato en mano!


Pero esa es la cuestión, querida amiga: hay días y hay días.


Y por supuesto que además hay días en los que no quieres ni levantarte de la cama. Así de sencillo, solo quieres quedarte ahí. Inmóvil, mientras la vida sigue su curso, con su ajoro, su afán, sus exigencias, demandas y con sus putísimas mierdas.


Y luego están los días en los que se te mezclan todos los ánimos, y solo quieres hacer lo mismo que yo: darte contra la pared para enviarte el mensaje de “Misma, necesito que te dejes de pendejaces y te ubiques”.


Incluso, hay días en los que nos preguntamos —por el mero hecho de tomar en consideración a los demás, como si se lo merecieran: "¿Y qué pasaría si me derrumbo, y si hoy digo basta?". Y ahí es cuando pensamos que eso no es posible, porque en ese mismo instante se nos atraviesa en la mente hasta el perro de la vecina. ¡Ay, mire mi hermana! No quiera a estas alturas prenderme en candela. ¿De verdad usted quiere saber lo que pasaría con los demás si usted se derrumbara y dijera basta? Porque yo sí que hasta se lo puedo decir sin pelos en la lengua: como poco, cogerían vergüenza. Y usted no es bruta; por el contrario, sabe muy bien a lo que me refiero con esto. Créame que por irse por un jodido minuto a la mierda las vidas de sus dependientes no se van a ir por un barranco. Al revés, lo que usted podrá lograr con eso es coger un clase de respiro que le sumará a su ya desgastada vida.


Sí, amiga, ya te lo dije en un inicio. Hoy para mí es uno de esos días. Y qué más da. Hay días y hay días. Y no me preocupo, ¿sabes por qué? Porque estoy consciente de que quedarme en este estado anímico que tanto aborrezco no es una opción. De ninguna manera. Ya verás que en la próxima entrada voy a estar con el ánimo que tenía el día aquel en el que a Maxine le dio por cruzarse en mi camino.


Misma (Mt. 22:39)


Amiga, ¿verdad que hay días y hay días? …


P. D. No olvides que siempre que así lo desees puedes compartir las entradas de este blog con las mujeres que te rodean, con esas que forman parte de tu comunidad femenina.

 

Algunas notas para que nos podamos entender:


1. La expresión “bah” se utiliza en este contexto para indicar que la persona se siente tan mal, que no sabe ni cómo describir su sentir.


2. La expresión “¡Qué se joda!” es lo mismo que decir “¡Qué se fastidie!”.


3. La expresión “muy chingona”, de origen mexicano, se utiliza en este contexto con una connotación completamente negativa.


4. La palabra “pendejá” es lo mismo que “pendejada”.


5. La expresión “sudando la gota gorda” quiere decir que las personas en cuestión se estaban esforzando mucho.


6. La expresión “En medio del corre corre” es similar a decir “En medio del revolú”.


7. El término “pendejaces” es similar a decir “estupideces”.


8. La expresión “No quiera a estas alturas prenderme en candela” en este contexto quiere decir algo así como “No quiera a estas alturas agitarme más de la cuenta”, en referencia al humor.

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